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Dos bellas páginas del rock: algo sobre Yes y King Crimson [Segunda parte]

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Por Alfredo Villegas

9.- El rock progresivo, como pocas corrientes fuera de la denominada  música culta, se caracterizó por tener integrantes, en un gran porcentaje, con conocimientos musicales labrados en escuelas que superaban el ámbito tradicionalmente lírico de la música popular de cualquier género.

10.- Mi perro pastor alemán está registrado como King Crimson, aunque simplemente le decimos Crimson. Estoy loco, ¿no?

11.- King Crimson, en la misma medida que los Beatles, se convirtió en el grupo que más me marcó musicalmente. Después, sin duda, está Yes, aunque haya llegado antes que Crimson a mis oídos.

12.- King Crimson tuvo varias alineaciones, pero siempre comandados por Robert Fripp en la guitarra. El impasible Fripp, genio revolucionario del rock. Fripp llevaba al grupo a través de obsesivas líneas melódicas que se repetían incansablemente, dando paso a los demás instrumentos hasta constituir una armonía. Siempre he sostenido que hay canciones de Crimson en las que la armonía se da en medio de un caos instrumental, desde el manejo genial del contrapunto, donde, a veces, parece que los integrantes van cada uno por su lado pero configuran momentos monumentales. La música de King Crimson  es, a la vez, celestial y diabólica. Al menos esa atmósfera me sugiere. Fueron parte de Crimson: Greg Lake, Jon Anderson en un disco (Lizard), Mel Collins, Boz, Michael Giles, Andy McCuloch, Jamie Muir, Robin Miller, entre otros. Desde mi muy modesta opinión, sus dos line up’s más destacados son: Robert Fripp, Bill Bruford (batería) y John Wetton (bajo), como base, acompañados por otros como Miller o el jazzista Charig en la trompeta en Red;  la otra integración definitiva que se dio en sus últimos discos está compuesta otra vez por Fripp y Bruford, pero ahora Tony Levin y Belew. Levin es uno de los mejores bajistas del rock, que tocó en el disco póstumo de Lennon, Double Fantasy, e hizo colaboraciones con Peter Gabriel, líder de Génesis y gran innovador, que da para cuartillas aparte, (aunque a mí me gustaba más la música que se hacía con Wetton en el bajo).  Adrian Belew, por su parte, es un  extraordinario músico que grabó más adelante un disco en el que él tocaba todos los instrumentos (venía de Talking Heads), le añadió a Crimson otra guitarra a la imperecedera de Fripp. Esta alineación (Fripp, Levin, Belew) también tocó con Paul Mastelotto (batería) y Trey Gunn en la guitarra  Warr (un instrumento creado ex profeso con sonido entre guitarra y bajo) , en  lo que Fripp decía que no era un sexteto sino un doble trío. Vinieron a México al Teatro Metropolitan y fue todo un deleite.

13- In the Court of King Crimson, es considerado el primer disco formal de rock progresivo y se grabó en octubre de 1969, por lo que está cumpliendo cuarenta y tantos años. Es un disco que empieza con una canción premonitoria: El suicidio del hombre esquizoide del siglo XXI. Es una canción, efectivamente, esquizofrénica, muy potente en su instrumentación, que cierra entre ruidos deliberados de la guitarra, como para darle contexto, y que da entrada, a través de una magistral edición, a I talk to the wind  (Yo le hablo al viento), que contrasta de manera notable, pues se escucha una voz suave, vientos, unos platillos apenas golpeados y una letra bellísima del poeta/integrante Peter Sinfield en la voz de Greg Lake que después se fue a tocar el bajo con otro emblemático grupo del género: Emerson, Lake and Palmer.  Todo el disco es un vuelo para los amantes del progresivo

14.- Otros discos notables de King Crimson son: Lark’s Tongue in Aspic, Beat, Red, Islands, In the Wake of Poseidon, Discipline. VROOM y THRAK.

15.- Yes desapareció. King Crimson sigue dando lata después de cuarenta años, aunque sus mejores años y alineaciones ya pasaron.

16- El rock progresivo me abrió las puertas de la percepción al jazz de Miles Davis o Charlie Parker y, sin duda, a la ópera (sobre todo de Verdi y Wagner, en un principio) y a la música clásica en general (Beethoven Mozart, Schubert, Liszt), pues aprendí a disfrutar la armonía sin preocuparme mucho de la melodía y mucho menos, por supuesto, del ritmo.  

Aunque usted no lo crea.


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